¿Alguna vez te has sentido tan nervioso por una situación importante que no pudiste responder? ¿Sentiste que las palabras no salían de tu boca? ¿Te sentiste paralizado? ¿Sientes que no puedes superar algún aspecto de tu vida? ¿Te sientes atrapado o sin salida? Tal vez tengas un bloqueo emocional. Averigua qué es, cuáles son sus síntomas, las funciones que cumplen, los tratamientos y más cosas.
¿Qué es el bloqueo emocional y cómo se relaciona con el bloqueo mental?
Las emociones forman parte de nosotros mismos y son una reacción de nuestro sistema fisiológico ante situaciones y eventos internos o de nuestro entorno. Todos experimentamos emociones continuamente más o menos intensas y las manejamos o controlamos de forma desigual.
Las emociones afectan a nuestro aprendizaje, nuestras motivaciones, comportamientos y, por supuesto, a la comunicación y relaciones con los demás.
Al nacer traemos ya un bagaje de emociones innatas genéticamente determinadas, para responder a estímulos del entorno. Son las emociones básicas: la ira, la tristeza, la alegría, el miedo, la sorpresa y el asco. Son emociones universales, que tienen una manifestación directa en las expresiones de la cara, hasta el punto de que nada más verlas sabemos qué emoción las provocan. Aunque también los animales sienten emociones, los seres humanos van más allá, tienen una característica singular y determinante, que es la conciencia de esas emociones y, de ahí, la oportunidad modelarlas, reprimirlas o cambiarlas, con una precisión y sofisticación únicas.
A partir de estas emociones innatas y fruto de nuestras vivencias en un contexto social y cultural, que es la gran creación de los seres humanos, sentamos las bases para el desarrollo de una vida emocional y de acción rica y plena. Los hábitos de pensamiento, bajo el control del ser humano, son capaces de expandir la gama personal de emociones, en un sinfín de matices, para los que las expresiones se quedan cortas. Algo así como si naciéramos con la habilidad de distinguir los colores primarios y, luego, con la experiencia vamos combinándolos y mezclándolos para formar un repertorio de colores hasta no haber palabras para designar sus matices.
Es importante ser conscientes de que podemos aprender a manejar las emociones, (Inteligencia emocional) para afrontar de forma más favorable las situaciones que la vida nos pone en nuestro camino y sabiendo que todas las emociones cumplen una función, en gran medida como mecanismo de defensa, tanto las consideradas como emociones negativas, por ejemplo, el miedo, que fue, es y será fundamental para nuestra supervivencia, como las emociones positivas, tales como la alegría, la sorpresa o la gratitud, sobre las que hay consenso de que mejoran nuestra calidad de vida. Al límite, se puede afirmar que todas las emociones son positivas, por cuanto tienen una razón de ser, cumplen una función y no se puede concebir una vida plena sin la existencia de todas las emociones, incluso aquellas que nos producen sentimientos desagradables y que etiquetamos como negativas.
Sin embargo, hay ocasiones en las que la carga emocional pueden tener una intensidad persistente e incómoda y de forma más o menos consciente optamos por interponer un escudo entre esas emociones y nosotros mismos, como si quisiéramos negar su existencia. Esto nos puede llevar al bloqueo emocional, limitando nuestra capacidad para discernir con precisión qué es lo que verdaderamente nos sucede y encontrar el camino para resolver lo que nos disgusta, incomoda o perjudica. Hasta cierto punto, adoptamos la actitud de cerrar los ojos a la realidad, aún sabiendo que tal actitud no nos beneficia.
A veces se produce el bloqueo emocional por la recurrencia de pensamientos negativos que, con independencia de que estén o no sustentados en hechos, nos predispone a dar por sentado que las cosas no irán bien, que no merece la pena luchar, en una especie de fatalismo que nos impide o limita la acción.
El bloqueo emocional puede conducir al bloqueo mental, lo que, a su vez, conlleva dificultades para la concentración, mantener la atención, evaluar opciones a la hora de decidir qué hacer, al tiempo que provoca ansiedad y efectos somáticos como agitación respiratoria, sudores, palpitaciones, etc.
No siempre está clara la frontera entre estos tipos de bloqueos: el bloqueo emocional y el bloqueo mental. En cierto modo la emoción es más primitiva y espontánea, a lo que puede seguir la generación de pensamientos, que en el contexto en el que estamos hablando, si la emoción deviene en bloqueo, la mente puede bloquearse a su vez, En definitiva, la secuencia bloqueo emocional al que sigue el bloqueo mental es bastante lógica, aunque ambos en realidad se retroalimentan: el pensamiento bloquea la emoción y la emoción bloquea el pensamiento y de ahí el peligro de que se produzca una espiral cada vez más amplia.
De modo que emociones y pensamientos se entremezclan y, cuando rebosan la capacidad de la persona, llega el bloqueo emocional, el bloqueo mental o una fusión de ambos, pues no son inmiscibles. Esto significa que hay que dirigir las fórmulas tendentes a superar el bloqueo (o bloqueos) hacia una suerte de equilibrio de gestión de las emociones y de los pensamientos, para conseguir estar mejor mental y emocionalmente.
Causas y consecuencias del bloqueo emocional
El bloqueo emocional puede estar inducido o provocado por una gran variedad de causas, aunque el miedo e inseguridad y un déficit de autoestima suelen ser frecuentes.
La propensión a reprimir las emociones, creencias limitantes que son consecuencia de experiencias negativas, sentido de culpabilidad no sustentado en hechos, tendencia al perfeccionismo que incrementa el miedo al fracaso, a no cumplir con expectativas son, asimismo, fuentes conocidas de bloqueos emocionales y mentales.
Sin olvidar los casos derivados de eventos traumáticos, situaciones de extrema tensión y trastornos psicológicos diversos: patologías, estrés postraumático, determinadas fobias, casos en los que se requiere (o aconseja) recurrir a terapias especializadas.
Síntomas de bloqueo emocional
El bloqueo emocional puede presentar múltiples síntomas que, en general, no pueden relacionarse de forma biunívoca con el bloqueo. No obstante, conviene centrarse en aquellos síntomas cuya aparición pueda situarse en el tiempo determinado, dando la oportunidad de preguntarse qué es lo que ha cambiado en la vida de la persona que está experimentando el bloqueo, indagar en las posible causas y trabajar los cambios que reviertan la situación. Aquí tenemos una muestra de posibles síntomas:
- Nerviosismo sin motivo aparente
- Trastornos de sueño
- Desorden alimenticio
- Minimizar problemas importantes.
- Desmotivación
- Aparición de sentimientos de envidia, rencor o celos
- Temor a ser rechazado
- Miedo a hacer las cosas mal
- No saber qué decir en contextos sencillos (quedarse en blanco)
- Sensación de agotamiento
- Defensas bajas
- Dolores musculares, problemas gastrointestinales
- Incapacidad para buscar soluciones a obstáculos que en otras ocasiones solventamos
¿Qué hacer cuando tenemos un bloqueo?
Este es el quid de la cuestión. ¿Quién le pone el cascabel al gato? ¿Qué cascabel elegimos?
Para responder estas preguntas veamos posibles situaciones de partida.
- No tener bloqueos de ninguna clase. ¡Enhorabuena! Continua así.
- Tener bloqueos mentales o emocionales, aunque no ser conscientes de ello. Situación paradójica. Puede haber evolución positiva o negativa. En tanto no haya consciencia de los bloqueos, será como estar al albur de los acontecimientos.
- Tener bloqueos mentales o emocionales, y ser conscientes de ello (Awareness). Esto empieza a ser interesante, puesto que el primer paso, incuestionable para resolver cualquier problema, de cualquier tipo, es justo este: ser consciente de ello. Es tan valioso este paso que hay considerarlo como una joya, cuidarlo y construir a partir de esa “consciencia”. Hay que trabajar, clarificar la situación, visionar el estado final que queremos, diseñar el camino, las acciones, empezar a pensar con claridad, vislumbrar la meta, incluso empezar a disfrutar de los avances. Muy bien ¿Y todo esto cómo se concreta? Hay que distinguir tres niveles de bloqueos respecto a su importancia o gravedad. Veamos:
- Eres consciente y crees que está en tus manos resolverlo. ¡Adelante! Si crees, puedes, es así. Ya lo dijo Henry Ford “Tanto si crees que puedes hacerlo, como si crees que no puedes hacerlo, tienes razón”. Busca, es fácil, encontrarás sugerencias sensatas: no esconderte, preparar una lista de tareas (y, claro, realizar esas tareas), dormir bien, hacer deporte, cuidar la alimentación, etc. en cierto modo cosas que hagan realidad la cita latina “Mens sana in corpore sano”.
- Eres consciente y crees que no está en tus manos resolverlo. Es el territorio del coaching, que hará que seas el dueño de tus decisiones, que tengas otro punto de vista sobre ti mismo y sobre tu entorno y que encuentres recursos que están a tu alcance y que, hasta ahora, ni siquiera ves. Si no has tenido contacto previo con el coaching, que no es una terapia, te llevarás una grata sorpresa y aprenderás a valerte por ti mismo en otros ámbitos de tu vida, como un efecto colateral positivo.
- Eres consciente y realmente todo te supera. Es probable que los bloqueos sean consecuencia de trastornos psicológicos severos que requieren el concurso de terapias específicas. Busca ayuda, ya.
En cualquiera de los casos, aquí si que va un consejo genérico: calibra bien a quien acudes, porque tanto en el colectivo de terapeutas como en el del coaching, existen buenos profesionales, mediocres y bastante pseudociencia y esoterismo. Selecciona con criterio, habla con otras personas que hayan pasado por circunstancias semejantes y les haya ido bien.
Para saber más: Vida salvaje de las emociones
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